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En el marco del proyecto ProBono Sin Fronteras realizamos una brigada de atención jurídica en Casanare y María Clara Cortés, asistente legal de Ariza & Marin, nos contó su experiencia:

«​Quien ejerce la abogacía conoce las premuras que esta profesión trae al día a día. En el afán de los quehaceres, es fácil relegar aquellos temas que no están directamente conectados con nuestra ocupación, dejando para después, por ejemplo, las noticias de actualidad sobre las crisis sociales que no nos impactan de manera directa.

La situación de la población venezolana que ha migrado a Colombia es muestra de lo anterior. A pesar de que se trata de una coyuntura presente desde hace ya una década, solía sentirlo como una realidad ajena a la mía, como una problemática que debía ser atendida por las autoridades, pero no necesariamente por mí.

Sin embargo, haber asistido a la Brigada Jurídica de la Fundación ProBono durante mi período de práctica en Ariza & Marín me permitió salir de mi posición de privilegio y acercarme a una situación que antes consideré como lejana pero que, en últimas, siempre estuvo cercana a mí. En esta oportunidad asistimos a los municipios de Paz de Ariporo y Aguazul del departamento de Casanare, donde atendimos de primera mano a esta población, escuchando sus necesidades, inquietudes y anhelos, a efectos de lograr una protección efectiva de sus derechos fundamentales, en especial la regularización de su situación en el país.

Durante las jornadas, se repetían sin cesar peticiones o consultas que no requerían mayor análisis, tan solo alguien con un poco de conocimiento y mucha disposición, voluntad para escucharlos y la capacidad de ponerse en sus zapatos. El hecho de que alguien les estuviera atendiendo lograba un cambio en su seño preocupado.
Terminé la brigada sintiendo mías cada una de las historias que me contaron. Me di cuenta de que a partir de la ayuda de los que asistimos, en el poco tiempo con el que disponíamos, pudimos cambiar de manera significativa la situación de más de 80 personas, mejorando de alguna forma su calidad de vida y quitándoles una preocupación más de encima.

A partir de esta oportunidad, regresé a mi ciudad estando conectada con las personas que pude escuchar durante la jornada, así como con aquellas que todavía están a la espera de la ayuda de una mano amiga que aliviane un poco las cargas que van aparejadas con estar en una situación de vulnerabilidad. Pero más importante aún, a mi retorno me sentí conectada con la mayoría de las personas que coinciden en el territorio colombiano y cuyas necesidades, deseos, sueños, aspiraciones y luchas han sido históricamente relegadas por el Estado y la sociedad a un segundo plano. Así, rememoré la razón por la que quise estudiar Derecho.

Comparto constantemente esta experiencia con mis colegas, con el ánimo de que cada vez más abogados vinculados a la Fundación ProBono Colombia aprovechen la oportunidad de asistir a estas brigadas jurídicas».

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